Consecuencias de un accidente de tráfico
Como sabes, las consecuencias de un accidente de tráfico pueden ser dramáticas. En primer lugar están las lesiones, que incluyen daños tanto físicos como psicológicos. Incluso un pequeño choque puede dejar secuelas.
En segundo lugar están los daños patrimoniales, que se materializan en la reparación del vehículo (o los vehículos) y objetos. Y, por último, están las consecuencias legales, que suelen ser de tipo civil pero pueden tener alcance penal.
Si tú mismo o algún allegado habéis sufrido uno de estos percances recientemente este artículo te interesará, ya que vamos a analizar todas las consecuencias de un accidente de tráfico.
El accidente de circulación
Los accidentes de tráfico son eventos relativamente frecuentes, especialmente en ciudad y en la circulación por carretera. Se producen entre uno o varios vehículos (que pueden ser a motor o no) y pueden involucrar a viandantes.
En un accidente de circulación se denomina “víctima” a quien padece una lesión sin haber sido responsable del mismo. El tema de la responsabilidad no siempre es fácil de determinar, ya que es frecuente que concurran varios responsables en una colisión.
Esto hace que las reclamaciones por accidentes de circulación requieran la concurrencia de peritos y abogados especialistas en tráfico.
Las consecuencias de un accidente de tráfico para la salud
El mayor riesgo en un accidente de tráfico tiene que ver con la salud de los involucrados. Si la víctima es un viandante es previsible que sufra lesiones físicas e incluso la muerte. Esta consecuencia es todavía más probable en los accidentes en grandes vías, donde los vehículos circulan a gran velocidad.
Las lesiones derivadas de un accidente presentan tipologías comunes. Así, incluso los alcances más leves tienden a dañar las zonas altas de la columna vertebral, produciendo las famosas “algias” (principalmente, cervicalgias o latigazo cervical).
Sin embargo, los expertos señalan que uno de los mayores riesgos del accidente de tráfico, como ocurre con la mayoría de eventos traumáticos, tiene que ver con los daños psicológicos. Son frecuentes las lesiones cerebrales, pero también los TEP (trastorno de estrés prostraumático) y las neurosis.
Las lesiones físicas
Incluso los accidentes de tráfico más leves suelen producir lesiones físicas. Con suerte, estas se limitarán a traumatismos leves, aunque es prácticamente inevitable sufrir daño cervical.
Las lesiones físicas necesitan de tratamiento, y la víctima del accidente debe saber que puede repercutir el coste del mismo sobre la aseguradora del responsable del mismo. Existen muchas clínicas que prestan sus servicios gratuitamente a la víctima, cobrando directamente del seguro. Normalmente colaboran con abogados especializados en accidentes de tráfico, por lo que contratar a estos profesionales puede ser la mejor opción para recibir una asistencia integral.
Uno de los problemas de estas lesiones frecuentes es que pueden no manifestarse en el acto. Por ejemplo, el latigazo cervical se empieza a padecer pasadas las horas (en ocasiones 24 horas o más). Esto puede hacer que la víctima no acuda a los servicios sanitarios, complicando su recuperación y la eventual reclamación.
De modo que tras sufrir un accidente, lo más recomendable es acudir a los servicios sanitarios inmediatamente para someterse a la observación de un facultativo.
Estas lesiones pueden requerir de un período de observación, de rehabilitación e incluso de asistencia domiciliaria. La víctima debe saber que también puede repercutir estos costes sobre el seguro del responsable, así como lo invertido en ortoprotésica y, en ocasiones, en prestaciones farmacéuticas.
En los casos más graves el accidente puede provocar secuelas permanentes e incluso la muerte. Ante estas situaciones se debería presentar la correspondiente demanda de indemnización para no tener que hacerse cargo de los costes del accidente. Estas indemnizaciones pueden solicitarse en el plazo de un año desde que las secuelas se estabilicen.
Por último, hay que tener en cuenta que las indemnizaciones por lesiones físicas deben incluir conceptos como el perjuicio personal básico, el lucro cesante, las secuelas estéticas e incluso el fallecimiento. A este efecto, la Ley 35/2015 contiene un baremo orientativo.
Los daños psicológicos
Para que se desarrolle un daño psicológico no es necesario que el accidente sea de gran entidad. Por supuesto, en las colisiones más graves es frecuente desarrollar estas lesiones. De hecho, los equipos de rescate cuentan con psicólogos para asistir a los implicados en un accidente.
Sin embargo, alcances que podrían parecer inocuos pueden perturbar a nivel psicológico a personas más vulnerables, como los niños o las personas mayores.
En este sentido, es frecuente que la víctima reviva el accidente y padezca de insomnio, inquietudes y miedos. Por ejemplo, muchas personas deciden no volver a conducir, y es posible que los niños se nieguen a volver a subir a un coche o al autobús escolar, o que sufran ataques de ansiedad al salir a la calle o ver cómo sus padres cogen el coche para ir al trabajo.
Se ha llegado incluso a percibir un aumento en las tendencias suicidas tras ser víctima de un accidente de tráfico.
El problema de este tipo de lesiones es que pueden tardar hasta 6 meses en manifestarse. Además, son muy difíciles de acreditar ante los tribunales si se reclama por el accidente, lo que complica su indemnización. Para ello será necesaria la asistencia de un perito especializado.
La cuestión no es baladí, porque si estas alteraciones no se atajan pueden cronificarse. Lo cual implica que la víctima afectada debe recibir asistencia psicológica inmediatamente. Y es frecuente que deba costearse este tratamiento y posteriormente reclamar los costes a la compañía aseguradora, que habitualmente se niega a pagarlos alegando que no se trata de un tratamiento necesario.
Las consecuencias materiales del accidente de tráfico
Por supuesto, todos los daños materiales provocados durante el accidente deben ser reparados. En la medida en que no puedan serlo habrá que pagar una indemnización (reparación por equivalencia).
Los daños materiales no solo incluyen la reparación de los vehículos, sino de todos los bienes que portaran las víctimas (por ejemplo, gafas, un ordenador portátil…) y del mobiliario urbano dañado.
Este tipo de reclamaciones presentan mucha menos problemática que las relacionadas con lesiones, ya que bastará con acreditar que se ha producido el daño y valorarlo. Probablemente el único elemento destacable tenga lugar con la reparación del vehículo, que cuando exceda el valor venal del mismo será sustituida por el mismo mediante la declaración de siniestro total. Ante estas situaciones se puede conseguir que la aseguradora repare el coche cuando la diferencia entre la reparación y el valor venal ronde un máximo del 30 % del valor. Pero ello requerirá pericia, por lo que es mejor asistirse por un especialista en tráfico.
Las consecuencias jurídicas del accidente de tráfico
Los accidentes de tráfico despliegan la responsabilidad civil del culpable, que debe indemnizar todos los conceptos antedichos. Para evitar que las víctimas queden desamparadas por insuficiencia patrimonial del responsable se hace obligatoria la suscripción del seguro de circulación.
Sin embargo, algunos casos pueden llegar a activar la responsabilidad penal. Se trata de las situaciones en los que se comete un delito contra la seguridad vial, regulados en los arts. 379 y siguientes del Código Penal.
Estos delitos se relacionan con la conducción temeraria o bajo los efectos del alcohol y otras sustancias tóxicas, psicotrópicas o estupefacientes. Pero no se debe olvidar que se pueden cometer otros delitos al volante. Por ejemplo, las lesiones o el homicidio imprudente.
Siempre que concurra este tipo de responsabilidad tendrá que intervenir un abogado penalista en el juicio. Si tan solo concurriera la responsabilidad civil el proceso será más sencillo y pacífico. En este sentido, te recomendamos leer nuestro artículo sobre cómo reclamar una indemnización por accidente de tráfico.